Como decía en la entrada anterior, los climatólogos llevan meses esperando un fenómeno ENSO para este otoño o principios del invierno. Pero, ¿porqué no ha llegado ya? Acabo de sacar una imagen de la página del clima de NOAA y la cosa está francamente calentita:
Se ve que la temperatura es de 29º C o más, algo tremendo. La acumulación de energía en el Océano Pacífico es espectacular. Pero aquí no se trata de ver el valor absoluto de la temperatura, si no de las anomalías en la misma. Estas anomalías se describen y caracterizan mediante el parámetro que denominamos EL Niño (EN), para lo cual se definen diferentes regiones geográficas del Pacífico en las cuales nos fijamos.
A día de hoy, los distintos índices de El Niño ya lo marcan con claridad, se tome donde se tome:
¿Y qué falta entonces? Pues lo que falta es la respuesta de la atmósfera, la Oscilación del Sur (SO). Con estas condiciones, el régimen de vientos alisios se ha de debilitar e incluso se puede llegar a invertir, de forma que en vez de tener vientos del este se pueden generar vientos del oeste. La consecuencia de este cambio en el viento -un ajuste de la atmósfera al cambio en el océano- es que las precipitaciones se desplazan a la zona central del Pacífico, incluso a la zona este. Resumiendo: sequía en la mayor parte de Oceanía e inundaciones en el continente americano.
Este cambio en la circulación del viento no se mide directamente, sino que se monitoriza mediante la diferencia de presión normalizada entre dos observatorios: Darwin y Tahití (Southern Oscillation Index, SOI) o bien las anomalías de presión entre Indonesia y el Pacífico ecuatorial oriental (Equatorial Southern Oscillation Index, EQSOI). Y este es el estado actual de estos valores:
Ya lo ven: nada de nada. Aquí no se aprecia ninguna tendencia, de aquí que nadie sea capaz de poder decir que para navidades, tenemos ENSO a la vista. Por lo menos, aun no…
Observando el tiempo 